viernes, 1 de agosto de 2008

Barranco, tradición y modernismo

Barranco, desde sus inicios apareció como una luz divina, personificada en una cruz que lleva su nombre, y que nos conduce a preguntamos ¿cabe origen más grandioso?

Luego a través del tiempo, esa fama se ha ido incrementando por la admirable fuerza anímica e inquebrantable de sus moradores, que incen­tivados por el paisaje, clima y cerúleo mar, se convirtieron en crea­dores de hermosos ranchos y ranchitos que caracterizaron al balneario, convirtiéndolo en el lugar ideal para la inspiración de poetas, escri­tores, artistas, políticos e "incomprendidos".

Al llegar a cumplir 132 años de su creación política, Barranco lu­cha encarecidamente por mantener esa rica tradición, admirada por pro­pios y extraños, la cual ha sido mellada en los recientes años, a raíz de un mal entendido de convertirlo en turístico -que tiene todas las condiciones para serlo- pero se ha distorsionado ese propósito. Por ejemplo, políticas equivocadas de sus últimas autoridades destruyeron el Centro Cultural Manuel Beltroy y la laguna, en lugar de restaurarlos y construir junto el controvertido Museo de Arte Contemporáneo, que ahora luce abandonado y que debe revertir de inmediato al Municipio, las construcciones en las playas hechas sin el debido y adecuado estudio para proyectar su desarrollo. La increíble y dolida venta del Mercado Mu­nicipal No. 1, cuya renta ya no será para las arcas municipales, sino para sus "nuevos" propietarios que lo han concesionado.

Haciendo hincapié, que los que defendemos ese -muchas veces criticado- "romanticismo" en defensa de la tradición barranquina , no es impedimento para el desarrollo modernista del distrito, pues todos los pueblos del mundo luchan por mantener su identidad, su alma mater, sin que eso quiera decir no considerar su nuevo y justo desarrollo; el cual es cuestión solo de racionalizarlo, pues muchas veces es distorsionado por la­mentables intereses creados.

Barranco, tiene el privilegio de contar con "genio y figura" que, por supuesto hay que conservar y defender, sin menoscabo de aceptar su modernismo.

Gonzalo Bulnes*

*Historiador barranquino

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